lunes, 16 de abril de 2018
Jazz triste sin piano
Cuenta la leyenda
que una vez existió
una mujer, a pesar
de
en una especie la
de mitología longitud
olvidada. de
su
cabello
En la arena,
en la arena
aún debe quedar algo
los castillos de la playa, el pecho
de una sirena, la pólvora que cae
de algunas bocas. No existía el eco
por aquel entonces y podía caminar
por la noche sin la agonía del
que te persigue.
Nació en un mes para el descanso
Llevaba el velo en la espalda
y la primavera en sus caderas sonaba como
las cosquillas del ruiseñor, la fatiga del galgo,
la sábana que cubre al mar. Allí con sangre escribió
los nombres de los hijos que no tendría, a pesar de ser mujer.
En el cielo oscuro, dibujaba con su cigarro los nombres de los amantes
con los que acostarse, a pesar de ser mujer. Era el centro de sus pies un refugio para todas las flores del cementerio, por todas ellas, a pesar de ser mujeres . Hablaba jazz y todos lo bailaban.
Ahora ya no hay música
hace tiempo que se silenció
el piano.
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