Hay mañanas en las que vuelvo a recordar:
el viento solo sopla para la hoja.
Somos el puente que cruzan las aves migratorias,
el refugio del miedo, allí donde el mar solo puede ser una alternativa.
Un mar que no encuentra su paz, donde al abatir el ancla
uno recuerda que el viento solo sopla para la hoja.
Y es triste la quietud del puente,
los pasos que lo habitan, rendirse a contemplar.
Triste como la máquina de coser parada,
custodiando la esquina de todo lo que se desposee
sin más ruido que la calma que nos resguarda.
Espantada de abismos
entierro un cáctus en la arena,
como tratando de probar la esperanza:
Asumo la culpa, el desvelo del que llora
ante un público que tiembla
y que el mar es solo una posibilidad
para este puente
que sueña con ser acordeón.
domingo, 29 de abril de 2018
lunes, 16 de abril de 2018
Jazz triste sin piano
Cuenta la leyenda
que una vez existió
una mujer, a pesar
de
en una especie la
de mitología longitud
olvidada. de
su
cabello
En la arena,
en la arena
aún debe quedar algo
los castillos de la playa, el pecho
de una sirena, la pólvora que cae
de algunas bocas. No existía el eco
por aquel entonces y podía caminar
por la noche sin la agonía del
que te persigue.
Nació en un mes para el descanso
Llevaba el velo en la espalda
y la primavera en sus caderas sonaba como
las cosquillas del ruiseñor, la fatiga del galgo,
la sábana que cubre al mar. Allí con sangre escribió
los nombres de los hijos que no tendría, a pesar de ser mujer.
En el cielo oscuro, dibujaba con su cigarro los nombres de los amantes
con los que acostarse, a pesar de ser mujer. Era el centro de sus pies un refugio para todas las flores del cementerio, por todas ellas, a pesar de ser mujeres . Hablaba jazz y todos lo bailaban.
Ahora ya no hay música
hace tiempo que se silenció
el piano.
Lo que esconden las grietas
Existe una ciudad con vistas a la ciudad, donde poder dar largos paseos por el asfalto en verano y donde camuflar entre los escombros de una tierra deprimida los restos de tu difunta abuela. Cuelgan cables de los balcones con un pulso enfermizo, tiritan las enredaderas contra la pared. Algo se nos rompe, se desquebraja...
'Las grietas son solo la forma que tiene de madurar el tiempo', trato de pensar. Puede que la pared tenga sus líneas de expresión y que se haya hartado de la agonía del minutero, o que puedan escucharse las teclas negras de un piano.
Lamentablemente, fuera de la pantalla, de esa misma ventana del jueves, fuera de la del resto de días, no hay nadie que quiera hacer música donde se esconde la única forma que tiene de madurar
el olvido.
'Las grietas son solo la forma que tiene de madurar el tiempo', trato de pensar. Puede que la pared tenga sus líneas de expresión y que se haya hartado de la agonía del minutero, o que puedan escucharse las teclas negras de un piano.
Lamentablemente, fuera de la pantalla, de esa misma ventana del jueves, fuera de la del resto de días, no hay nadie que quiera hacer música donde se esconde la única forma que tiene de madurar
el olvido.
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