domingo, 26 de noviembre de 2017

El rastro de los pájaros

En Madrid no llueve,
nos dedicamos a invocar al sol en las terrazas
y ahora la felicidad es un puñado
de manchas de barra de bar en las camisas.
En Madrid se bebe y tenemos al cielo contento,
no tiene motivos para estar triste,
no llora, no empaña, no tiene motivos para llover.
Y nos dedicamos a lanzar grises al aire
como a la moneda cuando se duda,
creyéndonos un azar amigo.
No llueve,
ni en invierno
ni en el rincón de los gatos
ni en el tejado de aviones.
Nos dedicamos a perder el rastro de los pájaros,
cambiando sus melodías por acero
subiéndole el volumen a la radio.
En Madrid no llueve
y parece que vivimos dados la vuelta.
Hoy el cielo está enfadado,
Como una bofetada de ceniza.
Hoy el cielo es una acera
donde tú y yo ya no paseamos.

martes, 21 de noviembre de 2017

La traición de Morfeo

Un soplo de polvo en el corazón
en fase de raquítico ave fénix
No sé en qué habitación me he despertado
y no recuerdo el sueño de esta noche.
Un bostezo me pide el desayuno,
el agua se calienta en un cacharro
con una manta de color ceniza.
Traqueteo de tren en el bolsillo
miro a la pantalla con esa inercia
con la que se estornuda.
Leo el whatsapp subiendo la persiana,
veo como se incendia un azulejo
y se me viene el sueño al pensamiento
Que bien que los amigos solo rompan
las costillas mediante carcajadas,
felicidad de una estrella fugaz
mezclada con ginebra.
Y se me viene el sueño al pensamiento
me arrastro en un pasillo de hospital
así es como me dejas.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Mirada sanguínea

Si otra vez vuelvo a verte,
riesgo sanguíneo,
miraría en tus ojos
que son mortíferos,
cualquier azar
que sin juego en tus ojos
te vuelva a encontrar.

A libro abierto

I


Un poema en las pupilas,
todas las letras a voces,
quieren contarme el origen 
de lo que se desconoce.

Autofobia por las venas
y el libro al suelo de un golpe
que no quiero entender esos
versos que lleven tu nombre. 

Dudas latiendo de fondo,
curiosidad a galope,
me agacho y recojo el libro
algo inquieta y disconforme
por saber que lo que encuentre
(a ver en qué condiciones) 
tiene existencia compleja
y puede que reconforte. 

Son solo líneas de sangre,
trazos de alma para un broche.
La poesía es purgatorio
pero aún no me abandones.
Si existo es porque mi origen
tiene latidos al borde. 

Puedo venir del abismo
pero alivio sensaciones
que la catarsis da pena
y te está sangrando a errores.

Yo soy desgarros de piel
colgados en los balcones,
serán la metamorfosis 
de todas aquellas flores,
llorando a pétalo vivo
mis más tristes emociones. 


Aún no lo sé

Soy la que prefiere la noche con la luz encendida.
Mi comida favorita es la pasta a en punto
a las seis de la mañana, por ejemplo.

Soy unas mejillas rojas de primeras
o un buen consejo en la boca del perturbado.
Y en las entrañas tengo un trastero emocional 
por si me veo con las manos vacías algún día. 
Manos que saben que sí he roto más de un plato. 

Garras doloridas de improbable zarpazo,
aunque merecido
mi hogar es el de trasfondo felino.
Mi nombre, larrosa 
todo junto con dos erres. 

Como el viento,
demasiado intento de rumbo sin pronóstico.
Demasiado hombre del tiempo mis amigos,
por eso son mis amigos.

Soy esa milésima de diafragma entre suspiro y grito.
La que no se pone las gafas hasta que no duele,
hasta que no es la tristeza 
la que descose cegueras innecesarias. 
Son de los que prefiero almacenar en el subconsciente. 

Esa soy, la opción de una endorfina amiga
por la curiosa elección de una masacrada compañía. 
Muchos ellos por pocos yo.
Y en un atisbo de espinas

aún no lo sé.