lunes, 4 de diciembre de 2017

Vistas desde balcón oxidado

Me pregunto qué vistas tendrá un balcón oxidado.

La memoria es la escenografía de un mar columpiándose,
el ciprés en su desvelo, el sonido de la vainilla.
Te voy sobreviviendo en el brillo de las cerezas 
y el periódico matutino ha pasado a ser
tus iniciales en braile en un par de naranjas. 
Tan contrario como el vidrio a la sal
te diré que no te he diluido todavía
que aún me queda mucho que pasear en esta arena
de palabras embotelladas.
Tan cierto como la música de la caracola
que abandona el agua ofrecida
os digo que la memoria respira 
y me asfixia el frío,
sus anacondas al cuello
que me voy calentando en la niebla que dispensan las farolas,
y así, me voy sobreviviendo.

Me acuerdo del crujiente de la madera
en el funeral de un pájaro
que trataba de posarse en la flor de un hombro tatuado.
Pasan los días y tienen el calor
de una hoguera en la orilla 
Las noches tienen el color
de tus pupilas.
Y me vuelvo a preguntar qué vistas tendrá un balcón oxidado...

La memoria es caligrafía en la bañera,
el polvo del cristal donde te miras,
el ruido del tren que no pasa.











domingo, 26 de noviembre de 2017

El rastro de los pájaros

En Madrid no llueve,
nos dedicamos a invocar al sol en las terrazas
y ahora la felicidad es un puñado
de manchas de barra de bar en las camisas.
En Madrid se bebe y tenemos al cielo contento,
no tiene motivos para estar triste,
no llora, no empaña, no tiene motivos para llover.
Y nos dedicamos a lanzar grises al aire
como a la moneda cuando se duda,
creyéndonos un azar amigo.
No llueve,
ni en invierno
ni en el rincón de los gatos
ni en el tejado de aviones.
Nos dedicamos a perder el rastro de los pájaros,
cambiando sus melodías por acero
subiéndole el volumen a la radio.
En Madrid no llueve
y parece que vivimos dados la vuelta.
Hoy el cielo está enfadado,
Como una bofetada de ceniza.
Hoy el cielo es una acera
donde tú y yo ya no paseamos.

martes, 21 de noviembre de 2017

La traición de Morfeo

Un soplo de polvo en el corazón
en fase de raquítico ave fénix
No sé en qué habitación me he despertado
y no recuerdo el sueño de esta noche.
Un bostezo me pide el desayuno,
el agua se calienta en un cacharro
con una manta de color ceniza.
Traqueteo de tren en el bolsillo
miro a la pantalla con esa inercia
con la que se estornuda.
Leo el whatsapp subiendo la persiana,
veo como se incendia un azulejo
y se me viene el sueño al pensamiento
Que bien que los amigos solo rompan
las costillas mediante carcajadas,
felicidad de una estrella fugaz
mezclada con ginebra.
Y se me viene el sueño al pensamiento
me arrastro en un pasillo de hospital
así es como me dejas.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Mirada sanguínea

Si otra vez vuelvo a verte,
riesgo sanguíneo,
miraría en tus ojos
que son mortíferos,
cualquier azar
que sin juego en tus ojos
te vuelva a encontrar.

A libro abierto

I


Un poema en las pupilas,
todas las letras a voces,
quieren contarme el origen 
de lo que se desconoce.

Autofobia por las venas
y el libro al suelo de un golpe
que no quiero entender esos
versos que lleven tu nombre. 

Dudas latiendo de fondo,
curiosidad a galope,
me agacho y recojo el libro
algo inquieta y disconforme
por saber que lo que encuentre
(a ver en qué condiciones) 
tiene existencia compleja
y puede que reconforte. 

Son solo líneas de sangre,
trazos de alma para un broche.
La poesía es purgatorio
pero aún no me abandones.
Si existo es porque mi origen
tiene latidos al borde. 

Puedo venir del abismo
pero alivio sensaciones
que la catarsis da pena
y te está sangrando a errores.

Yo soy desgarros de piel
colgados en los balcones,
serán la metamorfosis 
de todas aquellas flores,
llorando a pétalo vivo
mis más tristes emociones. 


Aún no lo sé

Soy la que prefiere la noche con la luz encendida.
Mi comida favorita es la pasta a en punto
a las seis de la mañana, por ejemplo.

Soy unas mejillas rojas de primeras
o un buen consejo en la boca del perturbado.
Y en las entrañas tengo un trastero emocional 
por si me veo con las manos vacías algún día. 
Manos que saben que sí he roto más de un plato. 

Garras doloridas de improbable zarpazo,
aunque merecido
mi hogar es el de trasfondo felino.
Mi nombre, larrosa 
todo junto con dos erres. 

Como el viento,
demasiado intento de rumbo sin pronóstico.
Demasiado hombre del tiempo mis amigos,
por eso son mis amigos.

Soy esa milésima de diafragma entre suspiro y grito.
La que no se pone las gafas hasta que no duele,
hasta que no es la tristeza 
la que descose cegueras innecesarias. 
Son de los que prefiero almacenar en el subconsciente. 

Esa soy, la opción de una endorfina amiga
por la curiosa elección de una masacrada compañía. 
Muchos ellos por pocos yo.
Y en un atisbo de espinas

aún no lo sé. 

miércoles, 30 de agosto de 2017

Crónicas de una monogamia anunciada

Acabar dormida en tus brazos,
no dormir,
ni hablar de soñar.

La ambigüedad es la cárcel de la verdad:
allí donde ''viven'' los cobardes,
allí donde fuman y juegan su suerte a las cartas
solo porque saben que quien no tiene alma,
tampoco tiene suerte.

Si profanas al amor es lo que tiene...

Se me ocurrió un día mirarte por dentro
y entendí que hay lágrimas que son el verdugo
de todo el amor que llevamos dentro.
Ahora entiendo la ley seca,
y a los payasos y sonrisas a media noche.

Pero se me ocurrió una noche guiñar a la luna,
a veces la belleza del cielo no es más que el reflejo
de los que tocamos fondo.

Y nos arrastramos como podemos,
pero siempre tocamos.
Y aunque con el corazón en las manos
al menos,

siempre con corazón.

lunes, 10 de abril de 2017

El aire me recuerda a la vida.

Todo lo que comienza en espera
tiene olor a libro viejo,
a ceniza sin previo fuego ni aviso.
Amarillo azulado...

¿Sabes? El aire me recuerda a la vida.

Tenía las manos cansadas
de tocarte con mis cuerdas vocales,
la mejor melodía para tu espalda.
Me rompían los arañazos
(palabras de guerra de almohadas).

Predecía el pasado
porque el futuro era más que (e)vidente.
Y entendí que echar de menos
no siempre se diagnostica como asfixia.

Ahora he tumbado al corazón,
tener los pies en la tierra
se complicaba subida a tus brazos.
Hay escaleras que sin ser de emergencias,
también te salvan.

Lo bueno de quererte es que
lo que tiene posibilidad de existir,
tiene posibilidad de no hacerlo.

Pero si me nombran Brasil
se me enciende el cigarro,
y el alma.
Lo peor de ti es olvidarte.

O tus palabras malgastadas.
Que no se llega a ser lenguaje
sin antes intención.
Lo peor de ti
siempre fue Brasil latiéndote en los ojos,
por no hablar de mi corazón.

Tu perfume a huida...
Ahora lo sé,
las gasolineras se inventaron
para repostar rotos.

Pero, ¿sabes? el aire me recuerda a la vida
y tú a contrarios.
Aunque me siga pareciendo que
enamorarse de lo que apunta a final
es el más bonito de los suicidios.

lunes, 13 de marzo de 2017

Cuatro estaciones

Eres el invierno más cálido que conozco
y no quisiera que se me adelantara la primavera para decirte
que gracias a ti, sé que se pueden deshojar margaritas sin necesidad de azar.

Llegaste a mi vida
como le llega la piruleta al niño sin columpio, triste.
Tienes en los ojos la tranquilidad de mil barcos de espuma.

Tengo el corazón lleno de nieve
pero te juro que si te vuelvo a ver llover
me invento la mejor playa y te regalo el calor de la arena
de estos ojos que no saben ya cómo pedirte perdón.

Me recuerdas a la vida,
me sabes a alivio.
Eres el mejor amuleto para la suerte de haberte conocido.
Ahora sé que se puede ser ángel sin alas, ni blanco.

Te quiero como solo sé querer,
con el corazón (lleno de nieve),
dispuesto a escribirte aunque me falten manos para agradecerte
que siempre derritas el frío del invierno más cálido que conozco.