domingo, 18 de febrero de 2018

Un girasol en el bolsillo

Si sigues respirando en escamas
voy a tener que dibujar cohetes en el fondo de la madera
y arañar el color de los tejados
que no existen al otro ozono de tu espalda.

Si sigue el cruel sonido del glaciar
astillándose en proclamaciones de niebla
dónde se esconde entonces la espuma en su reflejo
para ver el filamento por el que viven las abejas
rondando en los sombreros que la gente no escucha.

Tienen que escuchar el murmullo de las chimeneas
masticar el alcohol bajo el sol de las lenguas no fingidas
convertir sus manos en el mecanismo del mechero
que gotea en la nuca
Así, se entregan a la nostalgia del acordeón
al borde del submarino
y olfatean la soledad de las arañas
en cualquier rincón abierto al mar.

A mí, sin embargo, me da por acudir
al rescate de la flor que no respira
y a veces, solo cuando no es el bastón
el que te observa,
me da tiempo a contemplar el girasol
que me crece en el bolsillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario